En un movimiento que ha generado preocupación en la comunidad internacional, el gobierno de Nicaragua, liderado por Daniel Ortega, ha autorizado la presencia de tropas, aviones y barcos rusos en su territorio. Esta decisión, formalizada a través de un decreto, permite a las fuerzas rusas realizar actividades de entrenamiento, operaciones de rescate y misiones humanitarias en el país centroamericano.
La autorización incluye la posibilidad de que las tropas rusas patrullen las costas del Caribe y el Pacífico de Nicaragua, intercambien experiencias y entrenen al ejército nicaragüense en operaciones humanitarias y en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Este acuerdo también contempla la presencia de fuerzas navales y aéreas de otros países como Venezuela, Honduras, Guatemala, República Dominicana, Cuba, México, El Salvador y Estados Unidos.
Desde su regreso al poder en 2007, Ortega ha fortalecido sus lazos con Rusia, una relación que se remonta a la Revolución Sandinista de 1979. Sin embargo, esta alianza ha suscitado críticas y temores sobre la estabilidad regional, especialmente en el contexto de la invasión rusa a Ucrania y la creciente represión del régimen de Ortega contra la oposición política y la sociedad civil.
La cooperación entre Nicaragua y Rusia no se limita al ámbito militar. En los últimos años, ambos países han firmado acuerdos en diversas áreas, incluyendo la energía nuclear para usos pacíficos, lo que ha sido condenado por Estados Unidos debido a los riesgos que representa para la seguridad regional.
A pesar de la estrecha colaboración, la capacidad de Rusia para apoyar económicamente a Nicaragua es limitada debido a las sanciones internacionales y a su propia crisis económica. Esto plantea interrogantes sobre la viabilidad a largo plazo de esta alianza y sobre los verdaderos beneficios que Nicaragua puede obtener de ella.
En resumen, la decisión de Ortega de permitir la presencia militar rusa en Nicaragua no solo refuerza su régimen autoritario, sino que también convierte al país en un punto estratégico en la geopolítica de América Latina, con implicaciones significativas para la seguridad regional y las relaciones internacionales.